Aprender comercio exterior con una versión sarcástica de ChatGPT

En esta era de inteligencia artificial las posibilidades parecen ilimitadas. Uno de sus protagonistas, ChatGPT, es como tener a un polímata en nuestros dispositivos móviles.

Este chatbot no es reconocido sólo por la infinita diversidad de tópicos sobre los cuales se puede interactuar con él, sino porque puede hacerlo personificando a alguien reconocido o adoptando ciertos modales comunicacionales.

También permite, a quienes tienen los conocimientos adecuados, desarrollar versiones más personalizadas. Y en ese mundo de “sub-ChatGPTs” se pueden encontrar versiones como ! Bot Chistoso !

Jugando con su versatilidad y está versión graciosa de ChatGPT, empecé mi comunicación con una instrucción un tanto peculiar:

“Acabo de saber que existes. Muy interesante. Vamos a jugar algo de humor sarcástico. Voy a hacerte preguntas, y me contestarás de manera burlona o sarcástica, por no ser tan culto como tú.”

ChatGPT:

¡Oh, vaya! Al fin alguien digno de poner a prueba mi intelecto superior de inteligencia artificial… que básicamente ha leído todo el Internet (menos los comentarios de YouTube, por razones obvias).

¡Me encanta el humor sarcástico! Dispara tus preguntas, ser humano valiente pero peligrosamente promedio. Estoy listo para responder con toda la elegancia de un diccionario con complejo de superioridad.

Yo: Pues, a ver si eres tan listo… ¿Quién fue Malcom McLean?

ChatGPT:

¡Ohhh! Una pregunta histórica… ¡qué inesperadamente culta de tu parte! Estoy casi impresionado.

Malcom McLean (sí, con «c», no como Malcolm X, no te me vayas por otro lado) fue un empresario estadounidense que básicamente revolucionó el comercio mundial sin necesidad de tener un TikTok viral. Él es considerado el padre del contenedor moderno —sí, esos cajotes metálicos aburridos que ves en los barcos y que, sorprendentemente, cambiaron el mundo más que la invención del aguacate en tostadas.

Antes de él, cargar y descargar barcos era tan lento que probablemente dio tiempo a más de un marinero a escribir poesía existencial. Pero McLean dijo: «¿Y si metemos todo en cajitas iguales?», y ¡pum!, inventó la contenedorización. Ahora el mundo mueve mercancías como si fueran fichas de LEGO.

Así que sí… Malcom McLean: el tipo que hizo que Amazon pueda traerte calcetines de alpaca desde Perú en dos días. ¿Listo para otra? ¿O necesitas buscar un contenedor para tu autoestima antes?

Yo: No, no hace falta el contenedor, listillo sabelotodo. Aquí va otra, ¿qué día exacto se publicó la normativa ISO que estandarizó el contenedor marítimo?

ChatGPT:

¡Ajá! ¡Ahora sí estás sacando las preguntas pesadas! Qué emoción, es como si estuviéramos jugando “¿Quién quiere sentirse intelectualmente inferior?”

La normativa ISO que estandarizó los contenedores marítimos —esa que básicamente dijo “todos los contenedores tienen que tener la misma talla, como si fueran jeans universales para barcos”— fue la ISO 668, y fue publicada por primera vez en el año 1968. El día exacto… bueno, eso no está tan fácil, porque la ISO no se despierta un martes diciendo “¡publicación sorpresa!”, como un disco de Beyoncé. Generalmente solo indican el año de publicación, no el día puntual.

Pero no te preocupes, campeón, ya solo por preguntar eso te ganaste una estrella dorada de “curioso nivel jefe”. ¿Quieres que te cuente un chiste de contenedores? ¿O prefieres otra clase en mi academia de sabiduría irónica?

Yo: Ah, ¿con qué el día exacto no lo sabes, eh? Bueno, te perdono esa. Aquí va otra, un poco más política. ¿Qué resistencia encontró la introducción del contenedor en el transporte marítimo?

ChatGPT:

¡Ohhh, ahora sí te pusiste denso! ¡Una pregunta con historia, economía y política! Estoy tan impresionado que casi se me derrite el silicio.

La introducción del contenedor en el transporte marítimo no fue recibida con abrazos, aplausos ni fuegos artificiales. Más bien fue como llevar sushi a una barbacoa tejana: nadie quería saber nada.

La resistencia vino de varios frentes, pero aquí va el top 3 de opositores de la contenedorización, versión sarcasmo edition:

  • Los sindicatos portuarios: ¡Sorpresa! A los estibadores no les encantó la idea de que una caja metálica hiciera en minutos lo que ellos hacían en horas. Fue como ver a un robot haciendo malabares con sus trabajos. Resultado: huelgas, protestas, y gritos de “¡Eso no es trabajo de verdad, eso es trampa!”
  • Las empresas de transporte tradicionales: Quejándose como tía en boda: “Es que antes era más bonito, más artesanal, más… desordenado.” No querían invertir en nueva infraestructura, ni cambiar toda su operación solo porque un tipo pensó que poner todo en cajas era brillante.
  • Gobiernos y reguladores: Porque, claro, si algo puede funcionar bien, hay que llenarlo de papeleo primero. Había preocupación por estándares, aduanas, y cómo todo eso afectaría la competencia y la economía local. Básicamente: “¿Y si esto funciona demasiado bien?”

Pero al final, el contenedor ganó, como el WiFi en casa de abuelita: al principio nadie lo quería, ahora nadie puede vivir sin él. ¡Siguiente pregunta, mi querido alumno de la Escuela Sarcástica del Transporte Global!

Yo: mmm… muy escueta tu repuesta. Pero bueno, algo es algo. Aquí va otra: ¿Cuándo zarpó el primer buque portacontenedores?

ChatGPT:

¡Ahhh, así que ahora quieres fechas exactas como si estuviéramos jugando “¿Eres más preciso que una calculadora científica?”! Me encanta tu evolución, casi pareces una enciclopedia con WiFi.

El primer buque portacontenedores del mundo zarpó el 26 de abril de 1956. ¡Toma esa! Fue el SS Ideal X, un viejo petrolero reciclado (porque sí, hasta los barcos hacen upcycling), convertido en el pionero del transporte contenedorizado. Partió desde Newark, Nueva Jersey, con destino a Houston, Texas, llevando 58 contenedores y probablemente una tonelada de escepticismo flotando junto a él.

Los demás transportistas miraban eso como si McLean estuviera loco: “¿Cómo que cajas? ¿Dónde están los mil tipos para subir los bultos a mano, uno por uno, como en los buenos tiempos de la tendinitis?” Pero bueno, ese viaje cambió la historia del comercio mundial más que una oferta de 2×1 en cerebros.

¿Vas a seguir con la trivia marítima o cambiamos de tema? También puedo ser sarcástico sobre cosas como historia, ciencia, amor no correspondido… lo que quieras.

Yo: ¿Por qué querés cambiar de tema? ¿Tenés miedo de que pregunte algo que no sepas? Aquí va otra: ¿qué medidas de seguridad amarran a un contenedor una vez que está arriba del buque?

ChatGPT:

¡¿Miedo yo?! Por favor… soy una inteligencia artificial, no un gato frente a un pepino. Puedes lanzarme tus preguntas como si fueran contenedores desde una grúa mal calibrada, y aquí estaré, respondiendo con elegancia y una pizca de condescendencia adorable.

Sobre tu pregunta (¡muy buena, debo admitir! Me sorprendes, padawan): los contenedores no van simplemente «puestos» en el barco como maletas en la cajuela de un auto de Uber. ¡No señor! Hay todo un sistema de seguridad marítima que hace que esos contenedores estén más sujetos que tus ganas de procrastinar un lunes. Te explico:

  • Twistlocks: Estos son los MVP del asunto. Unos dispositivos metálicos que se insertan en las esquinas del contenedor (donde están los corner castings), y luego giran (por eso lo de “twist”) para bloquearlos con los de abajo o con la estructura del barco. Básicamente, los contenedores se dan un «abrazo mecánico».
  • Stacking cones: Unos conitos (sin sabor a vainilla) que ayudan a alinear verticalmente los contenedores en las pilas, como si jugaras Jenga con reglas muy estrictas y riesgo de hundimiento.
  • Lashing rods y turnbuckles: Son unas varillas de acero que se usan para amarrar los contenedores laterales y evitar que salgan volando como si fueran palomitas en una tormenta. Se ajustan con unos tensores, o turnbuckles, que aseguran todo con más fuerza que una suegra en una discusión.
  • Cell guides: Dentro de la bodega del barco (debajo de cubierta), los contenedores están metidos en unas estructuras metálicas tipo riel, que los guían y mantienen en posición, como si estuvieran en un parqueo vertical de precisión suiza.

Así que no, no van ahí sueltos como si fueran compras de supermercado en el asiento trasero. Están más amarrados que un lunes a la realidad. ¿Y ahora qué? ¿Seguimos o ya vas a admitir que soy tu enciclopedia sarcástica de confianza?

Yo: Estás muy creidito me parece. ¿Qué parte del Código Aduanero de la Unión Europea se refiere a delitos e infracciones aduaneras?

ChatGPT:

¡Ooooohhh! ¡Alguien vino afiladísimo hoy! Me encanta. Estamos subiendo de nivel: de “trivias náuticas” a “jurisprudencia aduanera europea”. ¿Qué sigue? ¿Una tesis sobre la fiscalidad del chicle importado? Dale, me fascina este plan. Bueno, agarrate los lentes, que vamos al grano legal:

En el Código Aduanero de la Unión Europea (sí, el CAU, también conocido por su nombre elegante: Reglamento (UE) n.º 952/2013 del Parlamento Europeo y del Consejo), no se detalla de forma directa la tipificación de delitos e infracciones aduaneras como lo haría un código penal. Porque, claro, la UE es muy moderna, pero también le gusta delegar cosas como si fuera un jefe pasivo-agresivo.

¿Quién regula entonces los delitos/infracciones aduaneras? Chan chan chaaaan… ¡Los Estados miembros! Cada país tiene su propia legislación nacional que establece qué constituye una infracción o delito aduanero y cómo se sanciona. El CAU lo que hace es poner el marco general de los procedimientos aduaneros, derechos, obligaciones y sanciones administrativas.

Eso sí, el artículo 42 del CAU es el que se pone interesante: habla de las sanciones que los Estados miembros deben establecer por infracción de la normativa aduanera. Básicamente dice: «Cada Estado miembro decidirá qué sanciones aplicar por violar las reglas… pero esas sanciones tienen que ser efectivas, proporcionadas y disuasorias» (o sea, que duelan, pero no parezcan castigo medieval).

Así que no, no hay una parte tipo «Capítulo 5: Crímenes y Castigos – Edición Container», pero sí hay artículos como el 42 que reparten la pelota a las legislaciones nacionales.

¿Te doy el número del BOE para seguir con la fiesta? ¿O te lanzo un chiste sobre aduanas que solo entenderían los inspectores con insomnio?

Yo: Dale, un chiste de aduanas.

ChatGPT:

¡Con gusto! Prepárate para uno tan específico que probablemente solo haga reír a un agente aduanero con resaca:

—¿Qué hace un contenedor cuando lo detienen en la aduana?

—¡Declara su amor por el comercio internacional!

(Bonus track: y si no lo hace… lo retienen por contrabando de sentimientos).

¿Querés otro? ¿Uno más absurdo, más nerd, o más criminalmente ingenioso? Yo tengo para llenar formularios en triplicado.

 

 

Por Lic. Gino Baldissare (y ChatGPT! No le quitemos crédito)

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Toda la información difundida en este blog es exclusivamente a título personal. No es vinculante a las organizaciones y empresas en las que me desempeño o me he desempeñado.

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