Cuando las personas emigran a otros países, independientemente de los motivos que los hayan impulsado a tomar esa decisión, junto con su equipaje, el dinero, las expectativas y sueños, llevan su cultura, hábitos y costumbres.
Definitivamente, aspectos que se pondrán en juego en el proceso de adaptación a su nuevo lugar de residencia.
Los gustos y preferencias gastronómicas del migrante tomarán escena ante cada nuevo plato o comida local que tenga oportunidad y/o intención de probar. También lo harán cuando no pueda satisfacer aquellos que parecen irrenunciables, y por los que sentirá alguna nostalgia al estar lejos de su país de origen.
Se acuña así el concepto de productos nostálgicos, que si bien puede aplicarse a una amplia gama de bienes, cobra especial relevancia cuando se trata de alimentación.
Si somos más específicos, hablaremos de alimentos nostálgicos; si somos más generalistas, hablaremos de gastronomía nostálgica.
Una vuelta por Madrid
La emblemática Gran Vía de Madrid, en dirección noroeste, nos lleva hacia la Plaza de España. A pocas cuadras de allí encontraremos el Supermercado Intertrópico. Pertenece a una firma que importa y distribuye productos principalmente de Colombia, pero también de otros países latinoamericanos.
Cerveza, jugos, malta, conservas vegetales, panela, legumbres, máchica (harina), chocolate, café y golosinas; entre muchos otros alimentos.
Según el caso, habrá productos que fueron importados para consumo final u otros que llegan como materia prima y son envasados en España.
También en la capital española, pero en la calle Argumosa, a pocas cuadras de la Estación Atocha, el supermercado Cosmo, especializado en alimentos del mundo, tiene algunas góndolas dedicadas a productos latinoamericanos.
Desde yerba mate (paraguaya, uruguaya, brasilera y argentina) hasta café y chocolate amargo colombianos, mermeladas de República Dominicana, y jalapeños mexicanos.
Diferentes tonadas
Más allá de esos comercios especializados, también se encuentran algunas cadenas minoristas multirubro que cuentan con góndolas y/o estantes con alimentos latinoamericanos.
No es raro escuchar diferentes tonadas latinoamericanas cuando se recorren esas zonas de los locales. Es que la nostalgia nos lleva a buscar lo de nuestro origen.
Puede ser algo tan pequeño como alfajorcitos de maicena, o los tradicionales caramelos blandos de dulce de leche, made in Argentina, originarios de Arroyito, Córdoba.
Un venezolano bien podría extrañar el conocido maltín; una colombiana puede querer matar el hambre con arepas rellenas de queso, que se importan, congeladas, desde su país de origen; y un ecuatoriano hacer lo propio con hojuelas de banana sazonadas con ajo a modo de snack. Todo está en estas góndolas.
Adaptación
Si un argentino radicado en el exterior extraña un buen asado, ¿extraña sólo un buen corte de matambre y unas achuras argentinas o también el folklore que rodea su preparación?
Para lo primero, podría visitar alguno de los restaurantes argentinos que hay en España, varios de ellos en Madrid.
En cuanto a lo segundo, una reunión con compatriotas (y no compatriotas) podría girar en torno a una parrilla con distintos cortes vacunos y/o porcinos.
De todos modos, satisfacer alguna nostalgia gastronómica con alguna comida típica no necesariamente implicará hacerlo con ingredientes del país de origen.
Bien se puede preparar un asado con carne española u holandesa, del mismo modo que un peruano podría preparar cebiche, plato que es patrimonio cultural del país inca, con ingredientes europeos.
¿Inversiones nostálgicas?
Todo restaurante especializado en gastronomía de un país específico es desde luego un negocio, y como tal, ha implicado inversiones. Es muy probable que la movida haya sido llevada adelante por personas oriundas del país cuya tradición culinaria se intenta difundir y perdurar en el exterior.
En Europa existen además otros ejemplos de inversiones en gastronomía o productos nostálgicos, pero para producirlos de modo local.
Hace algunas décadas, una serie de restricciones le impidieron a la firma Caro Import continuar comprando un producto que ahora es su core business: el dulce de leche.
Desde Barcelona, esta firma propiedad del argentino Alejandro Caro, fabrica y comercializa dulce de leche Mardel. Lo exporta a más de 40 países y bajo esa marca también trabaja otros productos, como alfajores, pan dulce y bombones.
Hace unos años, Lionel Messi fue fotografiado en su casa mientras desayunaba con mate y tostadas con dulce de leche Mardel, imagen que se viralizó rápidamente.
En Francia, también de la mano de argentinos, se producen el dulce de leche Chimbote y Raffole, dos de sus principales marcas. Su fabricante, La Franco Argentina, lo comercializa en varios países, entre ellos España, y se dedica además a la importación y distribución de otros alimentos argentinos, de distintos rubros y marcas.
Acuerdos en la góndola
La comunidad latinoamericana en Europa -y de modo particular en España-, es muy numerosa. Es parte de la razón por la que distintas actividades económicas se han instalado y desarrollado para atender lo que sin duda constituye un atractivo nicho de mercado.
De la experiencia recogida, hemos identificado más de 20 empresas dedicadas a la importación de alimentos latinoamericanos, entre los que cabe destacar el sector de los llamados nostálgicos.
La recorrida ha permitido también observar cómo las góndolas demuestran la existencia de los acuerdos comerciales entre Latinoamérica y la Unión Europea, dando lugar a que no sólo se encuentren materias primas, sino productos de mayor valor agregado listos para el consumo final.
Nota publicada en Abril 2021 en el portal Trade News de Argentina (click aquí para ver).
Por Lic. Gino Baldissare
- E-mail: gino@ginobaldissare.com
- LinkedIn: Gino Baldissare
- YouTube: Gino Baldissare
- Marine Traffic: Gino Baldissare
Toda la información difundida en este blog es exclusivamente a título personal. No es vinculante a las organizaciones y empresas en las que me desempeño o me he desempeñado.