La sustentabilidad determina la competitividad empresaria

En una suerte de previa de lo que será el encuentro más importante en materia de desarrollo sostenible -la COP25-, la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Madrid realizó el Foro Económico “Objetivos de Desarrollo Sostenible, Internacionalización y Competitividad Global”.

A pocos días de la cita que congregará durante más de 10 días a funcionarios de más de 200 países que presentarán planes y fijarán compromisos en materia climática para las próximas décadas, en la capital española representantes del sector público y privado empezaron a analizar diferentes aspectos del tema.

Uno de los ejes centrales del Foro Económico giró en torno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), establecidos en 2015 como parte la Ruta de la Sostenibilidad hacia 2030.

El panel estuvo integrado por empresas y organizaciones españolas de distintos sectores: distribución minorista, telecomunicaciones, energía, transporte, alimentos y ONG.

Por el escenario principal pasaron Agustín Delgado (Director de Innovación, Sostenibilidad y Calidad de Iberdrola); Cristina Moral Zarrabeitia (Gerente de Responsabilidad Social Corporativa de Ferrovial); Maya Ormazabal (Gerente de Medio Ambiente y Cambio Climático de Telefónica); Fernando Riaño Riaño (Director Relaciones Institucionales y RSC de ILUNION / Grupo Social ONCE); Bernardo Cruza (Director de RSC de El Corte Inglés); y Oscar Hernández (Director de Relaciones Institucionales de Calidad Pascual).

Al momento de abordar las inquietudes planteadas por la moderadora –Eva Serrano Clavero, Vicepresidenta Primera de la Cámara de Comercio de Madrid–, los panelistas ofrecieron su visión desde la perspectiva del sector privado en España, que bien podría ser aplicada en otros países.

El rol de los privados

Hasta 2015 –cuando se establecieron los 17 ODS–, la agenda climática parecía recaer principalmente en el sector público.
Sin embargo, a poco más de 10 años de alcanzar el plazo comprometido, es ahora también el sector privado (empresas, consumidores, etc) el que debe comprometerse en igual medida.

Los especialistas coincidieron en que la Agenda 2030 es una agenda transformadora, y las firmas que no se involucren con ella quedarán, tarde o temprano, relegadas del mercado, dado que lo que antes se percibía como algo voluntario, ahora se entiende casi como obligatorio.

Al respecto, se aclara que si bien las empresas deben coadyuvar a que se cumplan los 17 ODS, su implicancia no será por igual con todos ellos por dos razones:

  • El sector de actividad de la organización puede remarcar la necesidad de involucrarse con algunos ODS de manera más comprometida que con otros.
  • La estrategia de RSC seguramente lleve a priorizar algunos ODS (no intentar abarcar todos) para asignar recursos de manera eficiente y lograr un impacto más significativo en aquellos Objetivos que hayan priorizado.

Asimismo, las empresas asumen que el reto es saber ver oportunidades que antes no veían, perseguir sus objetivos de negocios con otros recursos y otra forma de hacer las cosas. En ese sentido, actuar de manera competitiva implicará actuar de forma responsable y comprometida con la Agenda 2030.

Alinear la estrategia de negocio con los ODS

Con la Agenda 2030 en mente, toda empresa debe tener plena autoconciencia sobre sus objetivos y capacidades al momento de definir sobre cuáles ODS se enfocará, y cómo abordará el desafío de cumplirlos.

Ese honesto autoconocimiento permitirá identificar aquellos ODS alineados con el core business e identificar los instrumentos que mejor se adapten a la firma para llevarlos a la práctica.

Asimismo, es clave que los ODS se integren como parte fundamental de la estrategia de RSC de la empresa, buscando que todas las áreas estén representadas y todo el personal, involucrado.

En otras palabras, la cantidad de personas afectadas a los ODS debería ser la cantidad total de empleados de la organización.

Otro aspecto en el que coincidieron los panelistas es en la importancia de incluir el cumplimiento de los ODS en las variables salarias de los altos directivos.

Finalmente, la comunicación es un factor clave. “Primero hacer y luego comunicar” es la idea central en esta materia, buscando de esa forma predicar con el ejemplo y no hacer apología de algo que aún no está puesto en práctica.

¿En cuáles ODS debe enfocarse una empresa?

De lo expresado por los especialistas, la primera conclusión es que el core business de la organización es determinante en los ODS que ésta priorizará, más allá de que también integre otros a su estrategia de RSC que no estén en sintonía directa con el corazón del negocio de la empresa.

De esta manera, para una firma del sector de infraestructura (transporte, telecomunicaciones, construcción, etc) serán clave los ODS inherentes a agua y saneamiento, transporte limpio y sostenible, etc.

Al sector minorista se le presentan especiales desafíos al momento de priorizar ODS por varias razones: sus ramos de actividad son diversos, genera altas tasas de empleo, y su rol en la sociedad los ubica entre productores y consumidores.

Así, los ODS N°5 (igualdad de género), N°8 (economía) y N°12 (consumo y producción responsables) pueden jugar un rol preponderante en la estrategia de RSC de la organización.

El final del listado de ODS, con el Objetivo N° 17 (alianzas), pone de manifiesto la necesidad de trabajo en equipo tanto a nivel de gobiernos como de empresas, siendo de esta manera un ODS que debería estar en la agenda de todos los actores de la sociedad.
El desafío radica en hacer converger estrategias e intereses diversos y heterogéneos en pos de un objetivo común.

¿Es rentable para una empresa ser sostenible?

Otra de las variables puesta sobre la mesa fue en qué medida la inversión en sostenibilidad y la rentabilidad van de la mano. La respuesta de los panelistas fue contundente: Sí, es rentable invertir en desarrollo sostenible.

Desde el punto de vista más estratégico, es imprescindible invertir en ODS porque contribuye a identificar riesgos relevantes, que pueden menoscabar el sostenimiento de la organización; al tiempo que fortalece su imagen y posicionamiento en el mercado.

Con relación al consumo, se observa una tendencia en alza en la demanda de bienes sostenibles, los cuales a su vez tiene un valor mayor que los bienes convencionales.

Se trata de un mercado que amerita ser atendido por las empresas; aun cuando su tasa de crecimiento todavía no tiene el nivel deseado para consolidar un cambio en los hábitos de consumo.

Impacto financiero

El sistema financiero también juega un rol preponderante.

Los objetivos de sostenibilidad y el desempeño ambiental de una firma son tenidos en cuenta al momento de tomar decisiones de inversión por parte operadores bursátiles. En este sentido, es clave que la organización tenga información clara sobre su estrategia y resultados en materia ambiental.

En la misma línea, los escándalos sociales y medioambientales son penalizados en la cotización accionaria de las empresas. Como contrapartida, el cumplimiento de objetivos de desarrollo sostenible facilita el acceso a mejores condiciones de crédito.

El consumidor

Respecto del consumidor, ¿está cambiando a un ritmo adecuado su percepción sobre la sostenibilidad? Está cambiando, pero no a la velocidad necesaria.

Los especialistas coinciden en que si bien se percibe una mayor preocupación ambiental aún resta camino por recorrer, por lo que es necesario intensificar las acciones de comunicación y concientización. En tal sentido, se remarcó la importancia de transmitir un mensaje basado en acciones y resultados reales, y no simple retórica.

Aunque se encuentra en alza la demanda de bienes sostenibles, entre las limitantes que puede encontrar el consumidor figuran el mayor precio y la falta de información.

En otras palabras, es un consumidor preocupado pero poco formado, es decir, sin herramientas para tomar cartas en el asunto de la sostenibilidad.

El panorama hacia el cual se debe apuntar entonces es aquel en el cual el producto sostenible sea el “normal”, el de consumo generalizado.

Uno de los caminos hacia ese horizonte es incrementar la producción sostenible para que haya cada vez más opciones para el consumidor, el cual terminará comprando bienes sostenibles más económicos casi por no tener otras opciones.

Este desafío encuentra en el sector minorista a un aliado clave, el cual debe no sólo saber leer los cambios que se dan en el consumo, sino también ser motor de cambio en el consumo.

Transformar hábitos

Asumir la responsabilidad de transformar sus hábitos, generando que el cambio sea con la Agenda 2030 como horizonte ideal.

Un ejemplo real que se ha visto en las calles de diversas ciudades, entre ellas Madrid, no es menor por tratarse de unas de las marcas globales con mayor cuota de mercado: la firma líder mundial de gaseosas cola desafía al consumidor a no comprar su producto si no va a acompañar sus esfuerzos de reciclaje.

¿Cómo apoyar a otras empresas e instituciones para que se sumen a la Agenda 2030?

Aquí se pone de manifiesto el ODS N°17 que invita a trabajar en alianzas en pos de la sostenibilidad.

El panel de empresas coincidió en que uno de los ámbitos donde se puede trabajar es el de los proveedores, siendo la información y la comunicación una herramienta de suma importancia.

Determinar en qué grado los proveedores conocen los ODS y saber si efectivamente están trabajando en la Agenda 2030, son los primeros pasos en ese camino.

En función de ello, acompañarlos en el proceso de implementación de modelos productivos sustentables –por ejemplo, capacitándolos y compartiéndoles experiencias propias para favorecer su aprendizaje– es una de las líneas de trabajo hacia el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.

Cambio de paradigma

La sociedad está empezando a entender que el cortoplacismo tiene limitaciones, y que nos estamos quedando sin tiempo.

Los ODS son una apuesta al futuro; tienen que ver con el futuro y las oportunidades. Y esta idea debe ser asumida y puesta en práctica por la sociedad toda: gobiernos, empresas, instituciones y ciudadanos.

En lo que hace a empresas y consumidores, migrar del concepto de Responsabilidad Social Corporativa al de Responsabilidad Social Competitiva permitirá entender que, dentro de las variables con las que una empresa genere confianza en el consumidor, el desarrollo sostenible tendrá cada vez mayor relevancia.

Cuando se habla de competir en valor y no en precio, ese “valor” no se referirá sólo al valor que obtiene el consumidor a través del producto o servicio cuyo precio está pagando. También incluirá la percepción que tenga sobre los valores que la empresa pone en práctica, a su forma de hacer las cosas.

Nota publicada en Noviembre 2019 en el portal Trade News, de Argentina. Click aquí para ver.

 

Por Lic. Gino Baldissare

Toda la información difundida en este blog es exclusivamente a título personal. No es vinculante a las organizaciones y empresas en las que me desempeño o me he desempeñado.

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